En el sucio lebrillo
flotan verduras podridas,
bajo la macilenta luz amarilla
de la desconchada cocina.
Mientras preparo la frugal cena
resuenan ruidos secos seguidos.
truenan fragores cercanos,
y asomándome a la ventana
veo unos soldados en sus blidados
y otros soldados en furgones
con ametralladoras en sus manos.
En la acribillada calle estrecha,
la noche oscura sin luna,
mujeres y niños escapan
mientrans los perros ladran.
Miran para arriba y disparan.
En el sucio lebrillo de barro
donde flotan verduras podridas
el agua se hace roja de sangre
lloran los niños y los canes aullan.
Se van los soldados en sus tanques,
tras ellos solo desesperación
en la calle muerta de Homs.
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