Pasó tiempo desde que pusimos
capullos de rosa cerca de la ventana.
Eran frescas, perfumadas, aterciopeladas.
Entonces tú me amabas.
Detrás, en la playa, caracoleaban las olas,
pasaban raudas las gaviotas,
el cielo asumía el color de las rosas
como preludio del alba.
Y tú me amabas.
A la tarde vi en tus ojos una oscuridad
como nube tormentosa sobre el mar,
mientras, la maculada salamandra nos miraba
dibujando su sombra de dragón en la pared,
cantaban mi duda las cigarras.
Recuerdo el transcurrir de algún día,
y que las rosas estaban ya abiertas
como sonrisas de luna llena
al reflejarse en el agua.
Fui cierta de que tú ya no me amabas.
Y fue entonces que la nube se hizo tormenta
mientras las rosas se deshojaban
una a una, como si lloraran.
Caía la tarde con melancolía.
Y vi como marchabas.
Hoy entro en la casa vacía.
Muchos soles y lunas han pasado
desde aquél día de la sombra en tu mirada.
Frente a la ventana las rosas olvidadas.
Están secas y quebradizas , las hojas caídas.
Ni el amor ni las rosas resisten al tiempo que pasa.
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