Al salir el sol, a niebla desvanecida,
se diluye la memoria de aquellos días,
y sí que eran 1875 días de vida,
puede que alguno menos o quizás más.
Entre la niebla apenas asoma una playa
de arena y piedras, nubes y rocas
a veces con la mar fragorosa
a veces plana cual muerta laguna.
Entre la niebla apenas se siluetean gaviotas
todas iguales en la arena mojada
todas idénticas mirando hacia la bola roja
a la hora quieta del amanecer.
Entre la niebla apenas se intuyen
manchas blancas que
o son velas o son aves marinas
que se mueven raudas en el azul.
Entre la niebla apenas se divisan
pinares de copa verde
con alfombra de agujas secas
y alguna tórtola entre ramas volar.
Entre la niebla apenas corta el aire
el sonido de ladridos de perro
o el murmullo de olas
o el tamborilear de la lluvia.
Al salir el sol, a niebla desvanecida,
cobran inexistencia playa, mar, gaviotas,
ladridos de perro, pinos y lluvia.
Y si que fueron 1875 días.
Quizá no fueran felices días,
quizá mi mente los guardó en el armario
de la densa e impenetrable niebla y,
solo a veces, en sueños reaparecen,
misterios de la psique y de la vida.
Imagen:Fernando R. Diz
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