Me fue difícil responderte, niño mío,
cuando me preguntaste
si los Reyes Magos existían,
y clavaste en mis ojos tu mirada recta
transparente, con revoloteo de pestañas
y en tu voz ansiosa un leve temblor.
Miré hacia la noche azul de enero
pensando que ya no verías más, niño mío,
cabalgar camellos por la vía láctea
ni volverías a pegar la nariz en el cristal
ni a dejar tu zapato del colegio en el afeizar.
Sentía mucha pena al constatar, niño mío,
que con aquella verdad, fugaz instante,
acabaría tu infancia inocente
esa infancia que ya no volverá.
Tu mano apretó con fuerza la estrella
esa estrella misteriosa de tu bolsillo
y mirándome serio me dijiste
“Ésta siempre aquí se quedará.”
3 comentarios:
En Chile creemos en el viejito pascuero, el papá Noel para otros países. Dejé de creer a los 13 años porque una "amiga" (fue con maldad) me reveló el secreto. No sé si estuvo bien o no, pues yo ví al viejito pascuero pasar en el trineo por el cielo.
Y creo que los niños a veces son crueles, dentro de su inocencia.
Es verdad: en ocasiones los niños son crueles.
Lo importante es,en ese momento en que acaba la infancia,conservar la ilusión, o sea, la estrella en el bolsillo.
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