Niños que con asombro miráis
la lluvia que bebe la hierba,
preguntándoos porqué lloran
copiosas las nubes del cielo.
O que con maravilla sentís
el ronco bramido del mar
pensando en los raros monstruos
que allá abajo habitan.
O que con fascinación oléis
el aire dulce de la tarde
jugueteando con la mariposas
que, pícaras, aletean en vuestro dedo.
O vosotros que al firmamento
con pasmo alzáis vuestras manos
robando furtivos las estrellas
que escondéis en el bolsillo.
Niños y niñas cuyos ojos
sin sombra ni duda ni mentira
observan a los mayores
que en nuestra necia ceguera
destruimos lo que a vosotros
causa sorpresa y admiración.
!Oh, niños del mundo! Nosotros
somos los devastadores de cielos,
de mares, de ríos, de bosques,
de estrellas y mariposas.
Nosotros somos los monstruos
malignos cuyo bramido
sentís bajo el mar en las noches
sin luna y pesadillas.
!Oh niños del mundo! Paradnos,
no permitáis que continuemos
en la aniquilación de la tierra
que habéis apenas conocido.
Hacednos un conjuro mágico
y que volvamos a ser niños
capaces de hablar con mariposas
y guardar estrellas en el bolsillo.
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