Jugaban
con las muñecas
y
reían felices
sentadas
junto al ventanal.
Relucían
los ojos azules
de
María
manejando
los vestiditos de Barbie
y
Catalina paseaba la suya
en
su caballito blanco.
Lucía
bello el sol matinal
e
infantiles sonaban sus risas
como
de pequeñas aves cantoras
cuando
albea el día.
Ya
no recordaban
penas
y angustias pasadas,
niñas
eran las dos ancianas
en
sus juegos de la mañana.
En
la Residencia
cuando
jugaban con muñecas,
tiernos
pajarillos de cabeza blanca,
atrás
quedaban todas sus penas.
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