Ésta noche mientras dormía
me visitó un ángel.
Advertí su presencia etérea
su figura irreal y celeste
blanca y resplandeciente
igual que pintada al fresco por Rafael,
como si fuera mi ángel de la infancia
aquél que me brindara dulce compañía.
Largas eran sus pestañas
sombreando las regordetas mejillas,
leve su sonrisa apenas esbozada.
El ángel junto a mi profundamente dormía,
¿Qué soñarán esas celestiales criaturas
para que así en su noche estelar sonrían?
Quién sabe como se desplazan
si lo harán como irisadas libélulas
o tal vez al modo de cándidas mariposas
y si a su paso entre los astros
no robarán alguna estrella fugaz.
Ayer tenías miedo, niño mío,
y furtivo te colaste entre mis sábanas,
al verte allí cuando llegó la mañana
pensé que había vuelto el ángel de mi infancia
para brindarme de nuevo dulce compañía.
A MI NIETO GONZALO
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