Soñaba
que un día
lloverían
pétalos de rosa
entre
agua perfumada.
Y
me acariciaban la cara.
Soñaba.
Porque
eso nunca pasó
y
no hace parte de mí.
Soñaba
en medio del camino.
Aunque
puede que si,
que
lo soñado también sea historia
guardada
en la memoria,
armario
viejo del alma.
Somos
lo que hemos sido
y
quizá lo que hemos soñado
o
lo que hemos esperado
y
no se cumplió.
Somos
un aquí y ahora
con
su pasado cumplido
y
sus ocasiones vividas o perdidas.
Soñaba.
Había
también un cuervo negro
que
picoteaba las rosas
en
la selva oscura
donde
junto a los ángeles
volaban
brujas.
Soñaba
y solo soñaba.
O
puede que no.
Entiendo
que todo es un ir siendo
añadido
a un ya ha sido,
vivido
o soñado,
un
ayer mas un ahora
con
añoranza de mariposas
perdidas
en el tiempo.
O
un escuchar
el
canto de las ranas,
melancólicas
en su verde charca,
espejo
último, ahora y aquí,
de
aquellos que se perdieron
pasando
por mi camino.
Baila
la libélula irisada
su
armonioso vals
baila,
baila, se refleja y va.
Aquí
y ahora todavía está.
Luego
mi vista la pierde.
Mañana
no es, es un puede ser.
Sí
que habrá una rana en la charca,
una
libélula irisada,
y
una mariposa multicolor
en
el mismo lugar quizá.
Para
mi es solo cosa incierta
fuera
de mi presente existencia.
Yo
puedo o no puedo estar.
El
mañana es solo un imaginar.
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