La
ciudad gris es menos gris, si,
y
cuando llegan los niños a la plaza
la
vieja ciudad se anima y se alborota.
Ellos
llegan con bufandas de colores
las
narices rojas, gorros hasta las orejas
y
ojos brillantes como estrellas.
La
ciudad gris es menos gris, si,
la
plaza huele ya a Navidad
y
en los puestos venden musgo
corcho,
muérdago, acebo, abetos
panderetas,
pastorcillos, ovejas ,
figuritas
del Belén grandes o pequeñas.
La
Virgen, el Niño, san José, el buey y la mula.
Hasta
los Reyes Magos y sus camellos
el
castillo de Herodes y la estrella cometa,
no
falta el ángel encima del portal
ni
las montañas de corcho y el río plateado.
Como
cada año de nuevo todo cambia
y
hasta las farolas de la plaza
se
alegran cuando llega la nieve.
La
ciudad gris es menos gris, si,
poco
a poco comienza a ser blanca.
En
las cornisas de las casas
carámbanos
de hielo parecen llorar
pero
a los niños no les importa
ver
caer lágrimas de las ventanas,
se
divierten en la plaza adornada
con
un gran árbol de Navidad.
Van
vistiéndose de blanco sus ramas
y
las luces de colores y las bolas
que
lo engalanan son como chispas
que
hacen olvidar que la ciudad es gris.
Con
los niños es hoy menos gris incluso
diríase
que quiso vestirse de blanco
y
que ellos ignoran las lágrimas
esas
colgantes en carámbanos.
Para
los niños hoy es Navidad
la
ciudad gris hoy es blanca
y
si las cornisas lloran
les
da completamente igual.
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