viernes, 30 de diciembre de 2011

UN DIABLO POR SOMBRERO




Llueve. Hace un día asqueroso.
Si se mira en el espejo
ve arrugas y sombras
lo cual aumenta su enojo.
Y se detesta de pura rabia.
Cierto, el tiempo no acompaña,
las nubes son como sombras
filas de minúsculas hormigas,
que devoran ávidas el rostro
mientras la lluvia persiste
y los surcos se hacen ríos.
A un punto la cara desaparece.
Queda solo el sombrero
suspendido en el aire
sobre el vestido negro.
Caminan bajo el paraguas
un sombrero sin cabeza
un diablo en el sombrero
y una silueta con un perro.
Se siente el eco del taconeo
en la calle desierta.
Quién sabe donde va
el diablo del sombrero.
La mujer se quedó en casa.

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