Hoy
el jardín holandés
luce
cándido, y la nieve borrascosa
en
ráfagas horizontales,
azota
los cristales del ventanal.
Lejos
me parece la primavera florida
teñida
del rosa del rododendro
y
del verde de la hierba húmeda,
llorosa
de pequeñas gotas de lluvia.
Fantasmas
fatigados por el gélido peso
pueblan
la arboleda,
en
sus ramas se acumula la nieve
cuya
blancura resplandece.
...y
en una rama dos bolas grises,
tórtolas
del blanco collar,
sus
miradas tristes fijas en mi cristal
imploran
al cielo blanquecino
que
pase el temporal.
!Oh
tórtolas mías, compañeras de mi vida!
Os
saludo cada día, cada mañana al despertar,
desde
mi cama os veo vuestro nido preparar
en
la rama del abeto alto y verdigrís.
Me
enternezco al ver vuestros polluelos,
brotes
tiernos de naciente vida, piar pidiendo comida,
y
a vosotras volar buscando larvas
para
en sus bocas abiertas amarillas depositar.
!Ah,
pero esos eran los días lejanos de la primavera!
Y
ahora qué frías, qué tristes estáis,
qué
arrebujadas en vuestro hinchado plumaje,
qué
juntas una con otra para poderos calentar.
!Qué
invierno largo, blanco, gélido!
Veo
vuestros ojillos implorantes de estómagos vacíos,
nada
de comer en el helado jardín.
Corro,
corro a la cálida cocina a desmigar
bollos,
panes, galletas, dulces de navidad.
Cuando
todo poso bajo vuestra arbórea morada,
sonreís
con vuestra sonrisa alada,
sonreís
con vuestra sonrisa de tórtola del blanco collar,
vuestra
sonrisa alada por un instante hace brillar
el
jardín holandés en su frío invernal.
A GRAZIELLA 22-1-2013
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