miércoles, 29 de junio de 2011

ENTRE RAÍCES





Siento cantar a los pájaros
dentro de mi cabeza inexistente
y en los oídos el bullir de pequeñas vidas
en mi casa debajo del árbol.





Encima, bajo las añosas ramas,
algarabía de juegos infantiles
voces queridas en mi grabadas
en una apacible eternidad.





Acaricia la desaparecida cara
el sol dorado de la hora vespertina,
el perfume de la tierra embriaga,
el sutil rumor del topo cavando adormece.





En la noche canta el búho
y mis ojos ciegos ven la luna,
oigo también el olfatear del lobo
y las luciérnagas que sobre mí bailan.





Tamborilea la lluvia dulce
sobre la última casa,
cuando llega el sol
el arco iris une el cielo y la tierra.





Mi nuevo inconsistente ser
sube la escalera irisada
para abrazar el firmamento
con en las manos polvo estelar.





Ahí está toda la luz.
Al salir del laberinto translúcido
el todo es nada y la nada es todo,
ahí está la eternidad quieta parada.

miércoles, 22 de junio de 2011

NUESTRO ADIÓS CON ROSAS




Pasó tiempo desde que pusimos
capullos de rosa cerca de la ventana.
Eran frescas, perfumadas, aterciopeladas.
Entonces tú me amabas.




Detrás, en la playa, caracoleaban las olas,
pasaban raudas las gaviotas,
el cielo asumía el color de las rosas
como preludio del alba.
Y tú me amabas.




A la tarde vi en tus ojos una oscuridad
como nube tormentosa sobre el mar,
mientras, la maculada salamandra nos miraba
dibujando su sombra de dragón en la pared,
cantaban mi duda las cigarras.




Recuerdo el transcurrir de algún día,
y que las rosas estaban ya abiertas
como sonrisas de luna llena
al reflejarse en el agua.
Fui cierta de que tú ya no me amabas.




Y fue entonces que la nube se hizo tormenta
mientras las rosas se deshojaban
una a una, como si lloraran.
Caía la tarde con melancolía.
Y vi como marchabas.




Hoy entro en la casa vacía.
Muchos soles y lunas han pasado
desde aquél día de la sombra en tu mirada.
Frente a la ventana las rosas olvidadas.
Están secas y quebradizas , las hojas caídas.
Ni el amor ni las rosas resisten al tiempo que pasa.

domingo, 12 de junio de 2011

LA CALLE DESAPARECIDA





Camino con las dos niñas,
las dos niñas y el perro,
a la luz dorada del atardecer.
Camino sin encontrar
Sainz de Baranda 63.





Pregunto a los pasantes
por la calle Sainz de Baranda
y me indican una bocacalle
una calle y otra mas
laberinto infernal.





Mas por vueltas que doy
la ciudad metamorfosea
y la calle gris se hace verde canal
y las aguas cenagosas y sucias
fluyen ante mi atónita mirada.





Así como la luz dorada
se torna obscura y tenebrosa,
turbia y arremolinada,
cae el perro en el agua
y desaparece con lastimoso quejido.





Allá lo transporta aterrorizado
el turbio canal, allá desaparece,
y la calle Sainz de Baranda no está.
Lugar de mi infancia lejana,
así como la infancia, se esfuma.





Recuerdo la cercanía del Retiro,
el juego del escondite entre risas.
Allá se atisba la verde arboleda
al final de ancha avenida,
ahí jugarán las niñas.





He aquí inconmensurable el puente,
largo que no se ve el final
al que sigue gran mancha verdosa,
hacia la cual le gente camina pausada
bajo una llovizna sutil.





El puente de piedra gris
se pierde en la neblinosa nada,
como en una laguna Estigia
de repente surgida en la ciudad
y en ella despacio entramos todos.





La calle Sainz de Baranda
se pierde en el olvido
de la precedente vida.

sábado, 4 de junio de 2011

DE PÁJAROS Y DE PALABRAS




En mi árbol estático
que está como dibujado
con sus hojas inertes,
en cada rama verde
hay una jaula dorada.




Dentro de cada jaula
hay un pájaro
que no canta.




En mi árbol estático
que está como dibujado,
cuyas hojas no mueve
la más ligera brisa
veo mi vida.




Estática como el árbol,
mudo cada pájaro
en su jaula incomunicante
aunque dorada,
estoy yo quieta.




Esos pájaros tristes
en su existir sin trino
son las palabras no dichas,
la vida no vivida
representada
en ese árbol exhausto.




Ese cielo enrarecido
con sus nubes quietas,
no movidas por el viento,
son los sueños no soñados
y las palabras muertas.