viernes, 29 de julio de 2011

SIN TI SOY LIBRE





Me he sumergido en las aguas gélidas
de tu mirada, amor. Ese abismo obscuro
que bajando a las extremas profundidades
de la catedral submarina,
te hace estallar el corazón.





En alto quedan los reflejos relucientes
y el rumor lejano de la vida ,
bajando en palpitante silencio
a la honda sima de tu abrazo,
los latidos explotan en las sienes
mientras tu amor me asfixia.





Mémore de las gaviotas y de las olas,
del aire y del viento
escapo de la inmensidad misteriosa
rechazando tu maravilloso abrazo mortal.





El negro abisal se hace azul
y el aire, oh bendito aire,
llena mis pulmones a punto de estallar
cuando alcanzo las estrellas brillantes,
en alto los cielos, las nubes,
en alto mi libertad.





Adiós amor que de tanto amor atas,
adiós amor que de tanto amor matas
bendito el aire, el salitre, la respiración.
Sin ti soy libre.

viernes, 22 de julio de 2011

FANTASMAGORIAS








Paseas por el pueblo al alba
sintiendo el crujir de la gravilla
bajo las alpargatas y el olor penetrante
del mar y de los pinares húmedos.






Todo parece dormir bajo el cielo
apenas esclarecido por la alborada,
solo se siente el grito de alguna gaviota
o una canción de borracho en la madrugada.






Donde otrora hubiera pinares
hoy se yerguen horrendos rascacielos
desgarbados, inoportunos
garabatos pintarrajeados en el aire
quijotescos gigantes sin tiempo.






Entre los esperpénticos edificios
pocas casas pequeñas y agraciadas
perviven con sus fachadas desconchadas
y jardines de hortensias marchitas.






Durante el día parecen dormir en su ruina
ante las miradas indiferentes
de los que vienen el fin de semana,
bikinis de colores, canciones rap y música.


Todo calla ante la luna mágica.




A la noche las casas se iluminan, despiertan
y se ven gentes alegres que bailan entre risas
con sus gasas, lentejuelas y champán.
En las casas pequeñas y agraciadas
parece vivan jocosa eternidad.




Y al alba risas infantiles en la playa,
pequeños vestidos a la marinera
con sus niñeras y sus sombreros de paja,
con sus bañadores azul y blanco a rayas.





A veces se cruzan sin verse
con los embriagados trasnochadores
convergencia paralela de existencia presente
con inexistencia pasada
mientras el sol sus ojos al amanecer ciega.




Y así van paseando por la orilla mojada
señoras de larga falda, sombrilla y velo en la cara,
otras ríen bajo su sombrero de ala ancha
para luego recogerse en las agraciadas casas.





Y he aquí que no hay en el suelo pinocha seca,
sino en los jardines fragantes hortensias
rojos geranios y blancas margaritas
con mariposas revoloteando sobre la azul lavanda.





Vidas que se entrecruzan,
gentes de ayer y de hoy en la madrugada
en esas horas entre la noche y el alba.
Duermen su sueño diurno las bellas señoras,
los infantes y las niñeras.





Cuando el sol brilla alto a dormir
vuelven en su decadencia las antiguas casas,
algún borracho sobrevivido a la juerga nocturna
dice de haber visto fantasmas en la playa.







lunes, 18 de julio de 2011

GOLONDRINAS EN LA LLUVIA




Llueve dentro de mi,
lágrimas y lágrimas,
como si el alma se licuara
y quisiera fluir al mar.




Llueve fuera de mi
como si el gris de la tierra
y el gris del cielo
se abrazaran intensamente
en continuidad húmeda.




En la balconada,
una hilera de golondrinas
juntas, apretadas una con otra
cual negro rosario viviente,
se resguardan del temporal.




Las gaviotas quietas y blancas,
están posadas en el arenal
como si esperaran
que las nubes llorosas
comenzaran a reír.




Gris el cielo y la tierra,
gris también el alma,
esperanza del sol escondido,
las golondrinas volarán
cuando remita la tempestad.




Marcharán raudas las gaviotas
gritando su alegría sobre el mar
cuando cese la lluvia
y el color dorado reine a poniente.




Pero mi lluvia interna,
ese gris del cielo y del mar,
ese gris incrustado en el alma,
ese temporal sin calma,
ese, en mi quedará.




La esperanza se llamará golondrina
la luz diurna será blanca gaviota,
quizá ese día alguna vez llegará
ante ésta mirada mía que se angustia.



viernes, 8 de julio de 2011

CUANDO SE DISIPA LA NIEBLA





Al salir el sol, a niebla desvanecida,
se diluye la memoria de aquellos días,
y sí que eran 1875 días de vida,
puede que alguno menos o quizás más.





Entre la niebla apenas asoma una playa
de arena y piedras, nubes y rocas
a veces con la mar fragorosa
a veces plana cual muerta laguna.





Entre la niebla apenas se siluetean gaviotas
todas iguales en la arena mojada
todas idénticas mirando hacia la bola roja
a la hora quieta del amanecer.





Entre la niebla apenas se intuyen
manchas blancas que
o son velas o son aves marinas
que se mueven raudas en el azul.





Entre la niebla apenas se divisan
pinares de copa verde
con alfombra de agujas secas
y alguna tórtola entre ramas volar.





Entre la niebla apenas corta el aire
el sonido de ladridos de perro
o el murmullo de olas
o el tamborilear de la lluvia.





Al salir el sol, a niebla desvanecida,
cobran inexistencia playa, mar, gaviotas,
ladridos de perro, pinos y lluvia.
Y si que fueron 1875 días.





Quizá no fueran felices días,
quizá mi mente los guardó en el armario
de la densa e impenetrable niebla y,
solo a veces, en sueños reaparecen,
misterios de la psique y de la vida.




Imagen:Fernando R. Diz