viernes, 30 de diciembre de 2011

UN DIABLO POR SOMBRERO




Llueve. Hace un día asqueroso.
Si se mira en el espejo
ve arrugas y sombras
lo cual aumenta su enojo.
Y se detesta de pura rabia.
Cierto, el tiempo no acompaña,
las nubes son como sombras
filas de minúsculas hormigas,
que devoran ávidas el rostro
mientras la lluvia persiste
y los surcos se hacen ríos.
A un punto la cara desaparece.
Queda solo el sombrero
suspendido en el aire
sobre el vestido negro.
Caminan bajo el paraguas
un sombrero sin cabeza
un diablo en el sombrero
y una silueta con un perro.
Se siente el eco del taconeo
en la calle desierta.
Quién sabe donde va
el diablo del sombrero.
La mujer se quedó en casa.

lunes, 26 de diciembre de 2011

MAR DE OPULENCIA





Caminando por el laberinto
he visto volar gaviotas
sin que hubiera ningún mar azul.
Lanzábanse a pico sobre un mar gris,
gritando felices en la tremenda fetidez
tal era la abundancia de comida
ahí por los humanos depositada,
restos de una deslumbrante opulencia
sobras de mesas navideñas
entre papeles y lazos dorados.
También en el laberinto
he podido asombrada ver
como no gaviotas sino niños
recogían huesos con alguna carne
papeles con algo de dulce,
muñecas sin ojos o sin un pie.
E igual que las gaviotas
los niños expresaban su felicidad
y corrían de un lugar a otro
enarbolando papeles color oro.
Y en el laberinto de cristal conviven
sin tocarse gaviotas, ricos y niños,
ignaros los unos de los otros.
Ceguera dada por la abundancia
que olvida que el peso de la riqueza
ha hundido otras naves de opulencia
en la historia de la humanidad.
De éste modo en la nave hundida
quizá solo las gaviotas y los niños
algo puedan encontrar entre restos
del naufragio de una ciega sociedad
que fuera próspera y ya no existe mas.

martes, 20 de diciembre de 2011

NIÑOS EN NAVIDAD

 

La ciudad gris es menos gris, si,
y cuando llegan los niños a la plaza
la vieja ciudad se anima y se alborota.

Ellos llegan con bufandas de colores
las narices rojas, gorros hasta las orejas
y ojos brillantes como estrellas.

La ciudad gris es menos gris, si,
la plaza huele ya a Navidad
y en los puestos venden musgo
corcho, muérdago, acebo, abetos
panderetas, pastorcillos, ovejas ,
figuritas del Belén grandes o pequeñas.

La Virgen, el Niño, san José, el buey y la mula.
Hasta los Reyes Magos y sus camellos
el castillo de Herodes y la estrella cometa,
no falta el ángel encima del portal
ni las montañas de corcho y el río plateado.

Como cada año de nuevo todo cambia
y hasta las farolas de la plaza
se alegran cuando llega la nieve.
La ciudad gris es menos gris, si,
poco a poco comienza a ser blanca.

En las cornisas de las casas
carámbanos de hielo parecen llorar
pero a los niños no les importa
ver caer lágrimas de las ventanas,
se divierten en la plaza adornada
con un gran árbol de Navidad.

Van vistiéndose de blanco sus ramas
y las luces de colores y las bolas
que lo engalanan son como chispas
que hacen olvidar que la ciudad es gris.

Con los niños es hoy menos gris incluso
diríase que quiso vestirse de blanco
y que ellos ignoran las lágrimas
esas colgantes en carámbanos.
Para los niños hoy es Navidad
la ciudad gris hoy es blanca
y si las cornisas lloran
les da completamente igual.




sábado, 10 de diciembre de 2011

LAS HOJAS





No sé si las hojas cuando caen,
desean, belleza dorada,
volar rápidas con el viento
para conocer parajes lejanos,
o tal vez lo que esperan,
en cobre convertidas,
es deslizarse por el suelo
y arrastradas por el aire,
tupida alfombra crujiente,
ser música para viandantes.
O quizá lo que anhelan,
pacientes y silenciosas
es la fina otoñal lluvia
para transmutarse lentas
en perfumada tierra.
De la tierra vinieron
y a ella volverán.

viernes, 9 de diciembre de 2011

LA MUERTE DEL VAGABUNDO


                                                                  



Mejor borrar del calendario aquel otoño,

-sí, lo mas sensato es cancelarlo de la historia

extirparlo para siempre jamás de la memoria,-

en el que España parecía una mancha enloquecida

de hormigas a la búsqueda de una miga de pan.



No te vi, amigo, por un tiempo en tu lugar habitual

hasta que después de preguntar me dijeron que

te habían encontrado gélido los barrenderos

en un banco del parque municipal.



Quise saludarte, amigo, una vez más

y así pude conocer ese triste lugar, de la morgue

donde estabas muerto entre otros desconocidos

solo un número en la etiqueta del pié.





Eras un muerto desconocido.

Muerto de esa muerte anónima y solitaria,

esa muerte de los pobres diablos como tú.



Será mejor olvidar aquel otoño, sí,

arrancarlo de la historia y de nuestra memoria,

cuando tantos como tú quedaron sin trabajo

tantos sin porvenir, sin hogar, en la fila

larga del paro, cobijándose para dormir,

en cajeros, el metro o bajo las estrellas.



Por eso ahí te encontraron dormido

soñando tu último sueño entre cartones

con una enigmática sonrisa feliz,

junto a una botella de vino peleón,

un carrito de la compra y un viejo can.



En el sueño caminabas con tus zapatos rotos

por oficinas situados entre nubarrones buscando

un trabajo cual fuere - decías al funcionario-

que seguía denegando entre sus papeles

eres demasiado viejo y no quieren al can”.



He aquí la visita de la parca silenciosa, a la que

no importaba tu edad y sonreía a ti y al peludo,

ella proporcionaría cobijo y ocupación a los dos.



Te encontró con una colilla apagada en la boca,

abrazado, pegadito al perro bajo un cartón.

Y con ella iniciaste una nueva vida, dices,

me parece, desde tu inmovilidad horizontal.



Quizá moriste de ese suicidio lento, uno mas,

muerte natural quienes ya no esperaban nada

en ese triste noviembre

de un año terrible de nuestra historia y nuestra memoria.


Quizá quisiste romper muros con el puño desnudo

pero eran muros infranqueables de cristal,

muros laberínticos, confusos, translúcidos,

muros silenciosos, helados o tal vez ardientes,

muros inquebrantables e inamovibles.





Muros interpuestos entre uno y la humanidad

no cuando se aspira a cosas inalcanzables

sino solo a ser un trabajador con dignidad.

De una parte para ti nada, para otros la normalidad.



Y lo normal para ti, lo posible, fue tocar las estrellas

de la mano de aquella para quién no hay muro,

ni ricos ni pobres porque su toque los hace iguales.



Quizá en tu último sueño con la colilla apagada

y la botella consumida en tu casa de cartón,

ella te permitió saltar a la otra parte y volar,

dejar la fila del paro y ser por fin pez en la pradera,

mariposa en el mar y amante de las estrellas.



Y así, amigo mío, llega el alba a la morgue

entre caras rígidas y cerúleas en fila.

Un rayo de sol ilumina tu sonrisa al fin feliz

con tu trabajo de jardinero celestial,

con el perro hundiendo el hocico entre la hierba,



Hierba verde, muy verde, perlada de gotas del rocío

donde las hormigas tienen su miga

y los trabajadores su pan.




lunes, 28 de noviembre de 2011

IMAGINANDO ANTE LA GRAN VÍA DE ANTONIO LÓPEZ







Recorriendo el laberinto translúcido
llego a los jardines del Retiro
y allí veo los primeros pájaros muertos
aunque luego encontraré muchos más.



La brisa mueve las hojas de los árboles
bajo el cielo pálido de la mañana
y un gran silencio preside el escenario
no animado por el piar de avecillas
como a esa hora suele ser otros días.



Ahí están rígidos, las patas hacia arriba,
como preguntando al cielo un porqué.



Por el suelo, entre hojas secas,vagan
viejos periódicos a su aire ya aludiendo
al devenir de la bomba neutrónica.
¿Y quién lo hubiera creído entonces?



Cosas de profetas de mal augurio,
pero las pesadillas a veces se hacen reales.



Y así he pasado junto a la Puerta de Alcalá,
gris con sus parterres marchitos,
y a una Cibeles triste cariacontecida.
Mi Madrid bullanguero de siempre
sumido en ese hosco silencio,
quién la imaginara una cosa así.



Así pues subo por una calle Alcalá quieta ,
veo la Gran Vía espectral sin ánima viva.
Los huecos de las ventanas
como ojos vacíos interrogantes.



Nadie que habite tras los cristales,
ninguna persona que transite por la calle,
un cielo que parece como pintado
tal es su perfección muda.



De vivo solo queda la luz hermosa
de la mañana en una ciudad muerta.





Contemplando el cuadro “La Gran Vía”
de Antonio López

lunes, 14 de noviembre de 2011

ADIÓS A LA INFANCIA




Me fue difícil responderte, niño mío,
cuando me preguntaste
si los Reyes Magos existían,
y clavaste en mis ojos tu mirada recta
transparente, con revoloteo de pestañas
y en tu voz ansiosa un leve temblor.


Miré hacia la noche azul de enero
pensando que ya no verías más, niño mío,
cabalgar camellos por la vía láctea
ni volverías a pegar la nariz en el cristal
ni a dejar tu zapato del colegio en el afeizar.


Sentía mucha pena al constatar, niño mío,
que con aquella verdad, fugaz instante,
acabaría tu infancia inocente
esa infancia que ya no volverá.


Tu mano apretó con fuerza la estrella
esa estrella misteriosa de tu bolsillo
y mirándome serio me dijiste
“Ésta siempre aquí se quedará.”

lunes, 31 de octubre de 2011

VUELAN LAS CHICAS, VUELAN DE VERDAD





Vuelan las chicas como libélulas
-no, no me lo puedo creer-
vuelan etéreas por la calle, mientras
debajo va sonando la banda
con sus timbales y tambores.


Por la calle estrecha
avanza una multitud abigarrada
de colores vivos y sonido ensordecedor,
en los balcones engalanados de banderas
ríen, saltan y aplauden tantos niños.


Bella se ve la estrecha calle
con su multitud ruidosa
y las chicas que vuelan raudas
-no, no me lo puedo creer-
arriba y abajo con sus alas tornasoladas.


Descienden en vertiginosa vertical
y a la misma velocidad se alzan.


He aquí que, abriendo la ventana,
llegan meteóricas las chicas
y comienzan a volar dentro de la casa
con los niños que corren y saltan
sin poder ni tocarlas ni alcanzarlas.


!Que hermosa ésta tarde solar!
una tarde luminosa, dorada y musical
-No,no me lo puedo creer -
Pero puedo asegurar que es verdad.

martes, 18 de octubre de 2011

NIÑOS QUE SE PIERDEN EN LA NIEBLA





La niña toma al niño de la mano.
Inclinados, miran las hormigas en fila,
cuando pasa la libélula como si bailara
maravillosa, irisada, misteriosa.


La niña aprieta la mano del niño y
juntos corretean tras ella que,
arriba y abajo, juguetea bajo el sol
como si les sonriera y hablara.


La niña corre con el niño de la mano
escuchando encantados los pajarillos
escondidos en el follaje cerca del agua.
Toda la naturaleza canta para ellos.


La niña y el niño, cogidos de la mano,
corren felices mientras cae la tarde
y las sombras oscurecen los colores e
ilumina el parque la luz de las farolas.


La niña abraza, atemorizada , al niño
mientras llega ella, la gris neblina,
que el río, adormentándose, desprende.
Entran con asombro en la masa algodonosa.


Niña y niño se desorientan en la blancura,
caminan con los ojos muy abiertos.
Ya no están las hormigas ni la libélula,
calla la algarabía de los pájaros.


Niña y niño gritan mientras entran,
entran y van desdibujándose, sus figuras que
por la niebla van, entran al laberinto de cristal
donde baila la libélula un eterno vals.


Fuera del laberinto lágrimas, estupor.
En vano vuestro nombre invocan
responde solo el silencio, solo el dolor.



A los niños perdidos
A los niños desaparecidos

miércoles, 5 de octubre de 2011

OTOÑO PECULIAR





Peculiar otoño éste
en que persiste la canícula,
el cielo ciega de luz azul,
y amarillea la hierba.


Como si no fuera octubre
los árboles siguen verdes
y los niños jugando en la calle.

La lluvia se ha olvidado de pasar,
no se ven lombrices ni caracoles.


Otoño tercamente verano
que nos privas de los perfumes
de la lluvia y la tierra mojada
del olor a leña quemada
y del aroma de las setas.


Parece vivir un tiempo parado
pero solo a mi no incumbe,
puesto que he perdido todas mis hojas
y a mis pies yacen amarillas.

sábado, 1 de octubre de 2011

AMANECER





Para mi, hermano, atravesar la vida
es como andar por una playa.
Aunque las huellas hiendan la orilla
las borra la mañana.


Las marcas que vas dejando,
sean pensamientos importantes,
o al menos así parecían,
historias inolvidables y amores eternos
al amanecer se volatilizan.


Los grandes hombres de la Historia
duermen en sus bibliotecas
y los importantes acontecimientos
quedan envueltos en el polvo
de nuestra memoria.


No importa que hayamos alcanzado la luna
ni descubierto la velocidad de las partículas,
ni la teoría de la relatividad
ni la desaparición de los dinosaurios.


Todo lo pasado se hace liviano,
desaparecido entre la espuma o la niebla,
pierde su peso lo sucedido, es igual
que sea pequeño o universal.


La orilla queda impoluta y plana
cuando es besada por el mar
y para mí la única visible realidad,
hermano, es el amanecer de cada día
cuando todo vuelve a empezar.

lunes, 26 de septiembre de 2011

BICICLETA OXIDADA EN PARED VACÍA

Para mi el vacío era solo un concepto.
Comprendí el vacío, amigo, lo comprendí
cuando escaparon al unísono
todas las nubes del cielo
cual bandada de gaviotas asustadas.
El cielo quedó ciego de puro azul.


Comprendí el vacío, amigo,
cuando torrenteras y ríos, todos a la vez,
se secaron bajo un sol inclemente
y aparecieron senderos pedregosos,
polvo, alacranes y serpientes.
La Tierra era un erial amarillo.


Comprendí el vacío, amigo,
cuando se derritieron los hielos,
transformándose el océano
en tumultuoso cementerio
de caballitos de mar y gaviotas muertos.
La tierra toda cubierta de agua gris.


Comprendí el vacío, amigo,
cuando se evaporaron los mares,
y algas y delfines formaron
un primordial amasijo maloliente
y en los fondos los barcos mutaron
en hierros torcidos, pura podredumbre.
La Tierra era solo un fangal ocre.


Comprendí el vacío, vacío, amigo,
el vacío de todos los vacíos,
cuando también escapé yo misma,
rara metamorfosis, a una bicicleta oxidada
abandonada en una pared despintada
de una ciudad barrida por el viento.


Solo quedas tú para mirarla.
Y ni siquiera tu quedarás ahora.
Nos avisaron, amigo, del mundo vacío
que llegaría a nuestras vidas.
Pero no nos lo creíamos.

viernes, 16 de septiembre de 2011

A DESHORA





Cuerpo,
estabas programado
para mi tiempo.


Pero llegas con fatiga
y la máquina falla
a deshora.


Ésta es la vida
que no entiende de programas
ni tampoco de horas.


El reloj se oxida
y no aguanta
ni hasta la alborada
del nuevo día.

viernes, 9 de septiembre de 2011

OLOR A CHOCOLATE






El verano se va diluyendo con languidez,
los patos de la charca y las golondrinas emigran,
y así las ventanas muestran un atardecer
con la playa grande vacía y sin vida.




Quedan las gaviotas que retoman posesión
del arenal vacío, huérfano de gritos infantiles.
Todas juntas miran estáticas hacia el sol que se oculta
oyéndose solo sus graznidos y el rumor de la mar.




Ya ni las golondrinas se refugian en mi baranda
en éstos días de fina lluvia de septiembre
en que los niños marcharon de la casona veraniega,
y de ellos quedó un vago olor a chocolate.




Guardadas en los armarios las toallas multicolores,
y los juguetes tirados en cualquier lugar,
camino por la orilla dejando las huellas
que como en la vida, borrará la mar.




Y de éstos días pasados quedarán
guardados en la caja de mi memoria
los gritos de niños, las gaviotas volando raudas,
manos infantiles con olor a helado de chocolate.




Cuando vuelvo a la casa reinan ya las sombras
y voy una a una cerrando las ventanas,
tras ellas se ocultará a mis ojos la luna,
y la mar nocturna convertida en plata.

viernes, 2 de septiembre de 2011

LA TRANSPARENCIA INFRANQUEABLE







He aquí que todo se evidencia
en el laberinto de cristal
espejos, sonidos, reflejos y rayos de luz
en una confusión cacofónica y desordenada.




Tras la niebla desaparecida
resplandece el colorido
de la fila de ranas con sombrero
de aquellos que fueron o serán.




En un rincón me veo con cara de niña
sorprendida con la cartera colegial
en la escalera a la que no sube ni baja
con un anciano lloroso al final.




Asombra la velocidad con la que pasa
la vieja cargada con su saco de mentiras
así como la multitud reunida en el desierto
que escapa apresurada.




¿A dónde irán la multitud, la vieja y las ranas?
Me veo abrazando un pequeño canguro
y su cara y la mía se miran al espejo
antes de subir al avión que no vuela.




El sol crea luces raras a través del vítreo laberinto
donde lágrimas y risas de las personas convergen
aunque no se tocan ni oyen, ni pueden cambiar
el pasado presente y futuro que contemplan.




No hay nada tan claro sin principio ni final,
mosaico enloquecido donde nada encaja,
caleidoscopio de la vida existente
imposible de cambiar.




Al final de una galería, veo al niño de las estrellas
guardadas en el bolsillo como luciérnagas
y a la niña que en la mano lleva mariposas.
Quisiera besarles pero el cristal lo impide.







jueves, 18 de agosto de 2011

EL FUTURO BORRARÁ EL PASADO




Dejad que os observe, nubes,
que veloces, grises, tormentosas,
surcáis los cielos en tempestad.
Dejad que os mire. Pronto os olvidaré.


Deja, niño, que navegue en tus pupilas
no empañadas por la vida
ni enturbiadas por el desengaño.
Déjame navegar. Pronto las olvidaré.


Deja, cielo estrellado, en la estival noche
con la luna que riela sobre el mar,
y las barcas de pesca silentes faenando,
déjame guardarte en el fondo del alma.
Desaparecerás. Pronto te olvidaré.


Déjame, nieve blanca, reina de la noche fría,
sentir en la frente tu suave caricia.
De ésas Navidades vestidas de blanco
en la que eras protagonista
nada quedará. Pronto las olvidaré.


Déjame, amor, guardar éste último beso.
Déjame guardar tu caricia tierna.
Déjame sentir las mudas palabras
escondidas en tu mirada.


Déjame, compañero, decirte
que hicimos un largo camino juntos,
pasamos momentos dulces y otros amargos,
te lo digo ahora que brilla el sol.
Sé que olvidaré tu nombre
el día que nos cubra la niebla.

viernes, 5 de agosto de 2011

LA REINA DE LOS SAPOS






Inesperadas presencias sorprenden
en el laberinto translúcido.
Lo son de vario tipo y género,
cuando ante ti aparecen.



Te maravilla sobremanera el observar
los sapos y sus modos indisciplinados
en su caminar uno tras otro en agitada fila
croando, saltando y riendo a su modo
con esa ironía típica de los sapos laberínticos.




Porque nadie puede imaginar como son sabios.
No son sapos cualquiera del grupo batrácico,
esos frecuentadores del laberinto cristalino que
ante ti ceden galantes el paso y se quitan el sombrero.



Y qué decir del secreto salón del trono
reservado a la reina de los sapos,
a quien todos rinden vasallaje
porque solo ella es conocedora del camino.



En su salón dorado te obsequia
con su sonrisa torcida bajo una corona
reluciente de brillantes, oro y plata
que orna la cabeza de la soberana batrácica.




Sorprende el tamaño de sus joyas,
corona, pendientes, sortijas y pulseras
que cubren su cuerpo blando y rechoncho
el cual se hincha y deshincha al respirar.




Sus ojos son dos hendiduras donde asoman
pequeñas pupilas relampagueantes
que, como puñales, se te clavan
cuando te brinda su sonrisa helada
después de la espera ansiosa en la anticámera.




Nadie duda de su autoridad
en las galerías del reino de los sapos,
y si te cruzas con ella en el laberinto
deberás reverenciarla.




Tributo de oro le brindarás
besando su mano enjoyada,
porque con su sabiduría milenaria
solo ella del laberinto indica la salida.




Solo la reina de los sapos conoce el camino
solo ella los pasadizos de cristal,
nadie se opone a su voluntad
ni escapa a su baboso veneno
ni contraría su voluntad.



Pasarán todos los tiempos
todos los tiempos pasarán
y en el laberinto translúcido,
miles de pasadizos recorrerás
sin encontrar la secreta puerta.



Puedes toparte con extrañas criaturas perdidas
entre gritos, llantos y súplicas
pero solo con la reina de los sapos
encontrarás la salida y sobrevivirás.




Nadie sabe cuanto puede ser misterioso
el laberinto translúcido
engañoso como el oro y la plata
pero barro escurridizo en lo real.




Me niego a rendir homenaje al ser baboso.
Saltan rabiosos todos los sapos,
la reina y todos ellos al unísono gritan
!Al barrizal! !Al barrizal!

viernes, 29 de julio de 2011

SIN TI SOY LIBRE





Me he sumergido en las aguas gélidas
de tu mirada, amor. Ese abismo obscuro
que bajando a las extremas profundidades
de la catedral submarina,
te hace estallar el corazón.





En alto quedan los reflejos relucientes
y el rumor lejano de la vida ,
bajando en palpitante silencio
a la honda sima de tu abrazo,
los latidos explotan en las sienes
mientras tu amor me asfixia.





Mémore de las gaviotas y de las olas,
del aire y del viento
escapo de la inmensidad misteriosa
rechazando tu maravilloso abrazo mortal.





El negro abisal se hace azul
y el aire, oh bendito aire,
llena mis pulmones a punto de estallar
cuando alcanzo las estrellas brillantes,
en alto los cielos, las nubes,
en alto mi libertad.





Adiós amor que de tanto amor atas,
adiós amor que de tanto amor matas
bendito el aire, el salitre, la respiración.
Sin ti soy libre.

viernes, 22 de julio de 2011

FANTASMAGORIAS








Paseas por el pueblo al alba
sintiendo el crujir de la gravilla
bajo las alpargatas y el olor penetrante
del mar y de los pinares húmedos.






Todo parece dormir bajo el cielo
apenas esclarecido por la alborada,
solo se siente el grito de alguna gaviota
o una canción de borracho en la madrugada.






Donde otrora hubiera pinares
hoy se yerguen horrendos rascacielos
desgarbados, inoportunos
garabatos pintarrajeados en el aire
quijotescos gigantes sin tiempo.






Entre los esperpénticos edificios
pocas casas pequeñas y agraciadas
perviven con sus fachadas desconchadas
y jardines de hortensias marchitas.






Durante el día parecen dormir en su ruina
ante las miradas indiferentes
de los que vienen el fin de semana,
bikinis de colores, canciones rap y música.


Todo calla ante la luna mágica.




A la noche las casas se iluminan, despiertan
y se ven gentes alegres que bailan entre risas
con sus gasas, lentejuelas y champán.
En las casas pequeñas y agraciadas
parece vivan jocosa eternidad.




Y al alba risas infantiles en la playa,
pequeños vestidos a la marinera
con sus niñeras y sus sombreros de paja,
con sus bañadores azul y blanco a rayas.





A veces se cruzan sin verse
con los embriagados trasnochadores
convergencia paralela de existencia presente
con inexistencia pasada
mientras el sol sus ojos al amanecer ciega.




Y así van paseando por la orilla mojada
señoras de larga falda, sombrilla y velo en la cara,
otras ríen bajo su sombrero de ala ancha
para luego recogerse en las agraciadas casas.





Y he aquí que no hay en el suelo pinocha seca,
sino en los jardines fragantes hortensias
rojos geranios y blancas margaritas
con mariposas revoloteando sobre la azul lavanda.





Vidas que se entrecruzan,
gentes de ayer y de hoy en la madrugada
en esas horas entre la noche y el alba.
Duermen su sueño diurno las bellas señoras,
los infantes y las niñeras.





Cuando el sol brilla alto a dormir
vuelven en su decadencia las antiguas casas,
algún borracho sobrevivido a la juerga nocturna
dice de haber visto fantasmas en la playa.







lunes, 18 de julio de 2011

GOLONDRINAS EN LA LLUVIA




Llueve dentro de mi,
lágrimas y lágrimas,
como si el alma se licuara
y quisiera fluir al mar.




Llueve fuera de mi
como si el gris de la tierra
y el gris del cielo
se abrazaran intensamente
en continuidad húmeda.




En la balconada,
una hilera de golondrinas
juntas, apretadas una con otra
cual negro rosario viviente,
se resguardan del temporal.




Las gaviotas quietas y blancas,
están posadas en el arenal
como si esperaran
que las nubes llorosas
comenzaran a reír.




Gris el cielo y la tierra,
gris también el alma,
esperanza del sol escondido,
las golondrinas volarán
cuando remita la tempestad.




Marcharán raudas las gaviotas
gritando su alegría sobre el mar
cuando cese la lluvia
y el color dorado reine a poniente.




Pero mi lluvia interna,
ese gris del cielo y del mar,
ese gris incrustado en el alma,
ese temporal sin calma,
ese, en mi quedará.




La esperanza se llamará golondrina
la luz diurna será blanca gaviota,
quizá ese día alguna vez llegará
ante ésta mirada mía que se angustia.



viernes, 8 de julio de 2011

CUANDO SE DISIPA LA NIEBLA





Al salir el sol, a niebla desvanecida,
se diluye la memoria de aquellos días,
y sí que eran 1875 días de vida,
puede que alguno menos o quizás más.





Entre la niebla apenas asoma una playa
de arena y piedras, nubes y rocas
a veces con la mar fragorosa
a veces plana cual muerta laguna.





Entre la niebla apenas se siluetean gaviotas
todas iguales en la arena mojada
todas idénticas mirando hacia la bola roja
a la hora quieta del amanecer.





Entre la niebla apenas se intuyen
manchas blancas que
o son velas o son aves marinas
que se mueven raudas en el azul.





Entre la niebla apenas se divisan
pinares de copa verde
con alfombra de agujas secas
y alguna tórtola entre ramas volar.





Entre la niebla apenas corta el aire
el sonido de ladridos de perro
o el murmullo de olas
o el tamborilear de la lluvia.





Al salir el sol, a niebla desvanecida,
cobran inexistencia playa, mar, gaviotas,
ladridos de perro, pinos y lluvia.
Y si que fueron 1875 días.





Quizá no fueran felices días,
quizá mi mente los guardó en el armario
de la densa e impenetrable niebla y,
solo a veces, en sueños reaparecen,
misterios de la psique y de la vida.




Imagen:Fernando R. Diz

miércoles, 29 de junio de 2011

ENTRE RAÍCES





Siento cantar a los pájaros
dentro de mi cabeza inexistente
y en los oídos el bullir de pequeñas vidas
en mi casa debajo del árbol.





Encima, bajo las añosas ramas,
algarabía de juegos infantiles
voces queridas en mi grabadas
en una apacible eternidad.





Acaricia la desaparecida cara
el sol dorado de la hora vespertina,
el perfume de la tierra embriaga,
el sutil rumor del topo cavando adormece.





En la noche canta el búho
y mis ojos ciegos ven la luna,
oigo también el olfatear del lobo
y las luciérnagas que sobre mí bailan.





Tamborilea la lluvia dulce
sobre la última casa,
cuando llega el sol
el arco iris une el cielo y la tierra.





Mi nuevo inconsistente ser
sube la escalera irisada
para abrazar el firmamento
con en las manos polvo estelar.





Ahí está toda la luz.
Al salir del laberinto translúcido
el todo es nada y la nada es todo,
ahí está la eternidad quieta parada.

miércoles, 22 de junio de 2011

NUESTRO ADIÓS CON ROSAS




Pasó tiempo desde que pusimos
capullos de rosa cerca de la ventana.
Eran frescas, perfumadas, aterciopeladas.
Entonces tú me amabas.




Detrás, en la playa, caracoleaban las olas,
pasaban raudas las gaviotas,
el cielo asumía el color de las rosas
como preludio del alba.
Y tú me amabas.




A la tarde vi en tus ojos una oscuridad
como nube tormentosa sobre el mar,
mientras, la maculada salamandra nos miraba
dibujando su sombra de dragón en la pared,
cantaban mi duda las cigarras.




Recuerdo el transcurrir de algún día,
y que las rosas estaban ya abiertas
como sonrisas de luna llena
al reflejarse en el agua.
Fui cierta de que tú ya no me amabas.




Y fue entonces que la nube se hizo tormenta
mientras las rosas se deshojaban
una a una, como si lloraran.
Caía la tarde con melancolía.
Y vi como marchabas.




Hoy entro en la casa vacía.
Muchos soles y lunas han pasado
desde aquél día de la sombra en tu mirada.
Frente a la ventana las rosas olvidadas.
Están secas y quebradizas , las hojas caídas.
Ni el amor ni las rosas resisten al tiempo que pasa.

domingo, 12 de junio de 2011

LA CALLE DESAPARECIDA





Camino con las dos niñas,
las dos niñas y el perro,
a la luz dorada del atardecer.
Camino sin encontrar
Sainz de Baranda 63.





Pregunto a los pasantes
por la calle Sainz de Baranda
y me indican una bocacalle
una calle y otra mas
laberinto infernal.





Mas por vueltas que doy
la ciudad metamorfosea
y la calle gris se hace verde canal
y las aguas cenagosas y sucias
fluyen ante mi atónita mirada.





Así como la luz dorada
se torna obscura y tenebrosa,
turbia y arremolinada,
cae el perro en el agua
y desaparece con lastimoso quejido.





Allá lo transporta aterrorizado
el turbio canal, allá desaparece,
y la calle Sainz de Baranda no está.
Lugar de mi infancia lejana,
así como la infancia, se esfuma.





Recuerdo la cercanía del Retiro,
el juego del escondite entre risas.
Allá se atisba la verde arboleda
al final de ancha avenida,
ahí jugarán las niñas.





He aquí inconmensurable el puente,
largo que no se ve el final
al que sigue gran mancha verdosa,
hacia la cual le gente camina pausada
bajo una llovizna sutil.





El puente de piedra gris
se pierde en la neblinosa nada,
como en una laguna Estigia
de repente surgida en la ciudad
y en ella despacio entramos todos.





La calle Sainz de Baranda
se pierde en el olvido
de la precedente vida.

sábado, 4 de junio de 2011

DE PÁJAROS Y DE PALABRAS




En mi árbol estático
que está como dibujado
con sus hojas inertes,
en cada rama verde
hay una jaula dorada.




Dentro de cada jaula
hay un pájaro
que no canta.




En mi árbol estático
que está como dibujado,
cuyas hojas no mueve
la más ligera brisa
veo mi vida.




Estática como el árbol,
mudo cada pájaro
en su jaula incomunicante
aunque dorada,
estoy yo quieta.




Esos pájaros tristes
en su existir sin trino
son las palabras no dichas,
la vida no vivida
representada
en ese árbol exhausto.




Ese cielo enrarecido
con sus nubes quietas,
no movidas por el viento,
son los sueños no soñados
y las palabras muertas.

martes, 24 de mayo de 2011

POLVO DE ESTRELLAS




Polvo de estrellas
quedó en mi alma
cuando te fuiste
a tu reino lunar.




Polvo de estrellas
te cubría
cuando al volver
surgiste de mi.




Manantial estelar
que fluyes atravesando
una eternidad
y otra eternidad.




Surges de nuevo
polvo de estrellas,
recorrido interpersonal
de impoluta continuidad.




Como lágrimas que penden
en la bóveda celeste,
entre las luces del alba
siempre seré y serás.

sábado, 21 de mayo de 2011

EL LABERINTO TRANSLÚCIDO







¿Porqué un nuevo blog se preguntarán mis amigos?
Hoy he recogido en algún modo los pedazos del ESPEJO ROTO DE ALICIA y los he guardado en una caja. Posiblemente pasará de la pantalla al mundo del papel.
Cuando los voy cogiendo uno a uno y contemplo en ese lugar una parte de mi y de mi vida sin que el tiempo haya querido decir nada de particular, me doy cuenta de que en ese poemario se recogen momentos de plenitud o de tristeza indistintamente porque creo que eso es la misma vida.



Digamos que son trocitos de vida vivida, de sueños o pesadillas, instantes fugaces que han quedado ahí plasmados sin orden ni concierto sino el de los colores de un prisma que han dado sentido a cada uno de esos momentos.
Inicio una nueva experiencia que he querido llamar EL LABERINTO TRASLÚCIDO DE ALICIA, porque he constatado que en el caminar a lo largo y ancho de esa vida uno vuelve a repetir con insistencia los mismos pasos, a hacer idénticos gestos, a reiterar antiguos errores, a probar los mismos caminos en la idea equivocada de iniciar algo nuevo.
En realidad uno sigue perdido y buscando.
De ahí la sensación del laberinto que es transparente y a la vez desconcertante ya qué la experiencia hace ver algo que parece claro y un todo, aunque esté separado por invisibles láminas de cristal y por lo tanto esa presencia es engañosa y la búsqueda sigue siendo fatigosa y repetitiva.
Quizá solo se pueda salir del laberinto traslúcido en el momento de la muerte.
Quizá entonces uno pueda ver todas las cosas a la vez sin perderse en inútiles recovecos.
El Laberinto Translúcido de Alicia se guiará por otros criterios.
Las etiquetas serán las determinadas por el alba, el pleno sol, el caer de la tarde, cuando llega la noche.
Zizur Mayor 15 de mayo 2011