viernes, 2 de septiembre de 2011

LA TRANSPARENCIA INFRANQUEABLE







He aquí que todo se evidencia
en el laberinto de cristal
espejos, sonidos, reflejos y rayos de luz
en una confusión cacofónica y desordenada.




Tras la niebla desaparecida
resplandece el colorido
de la fila de ranas con sombrero
de aquellos que fueron o serán.




En un rincón me veo con cara de niña
sorprendida con la cartera colegial
en la escalera a la que no sube ni baja
con un anciano lloroso al final.




Asombra la velocidad con la que pasa
la vieja cargada con su saco de mentiras
así como la multitud reunida en el desierto
que escapa apresurada.




¿A dónde irán la multitud, la vieja y las ranas?
Me veo abrazando un pequeño canguro
y su cara y la mía se miran al espejo
antes de subir al avión que no vuela.




El sol crea luces raras a través del vítreo laberinto
donde lágrimas y risas de las personas convergen
aunque no se tocan ni oyen, ni pueden cambiar
el pasado presente y futuro que contemplan.




No hay nada tan claro sin principio ni final,
mosaico enloquecido donde nada encaja,
caleidoscopio de la vida existente
imposible de cambiar.




Al final de una galería, veo al niño de las estrellas
guardadas en el bolsillo como luciérnagas
y a la niña que en la mano lleva mariposas.
Quisiera besarles pero el cristal lo impide.







1 comentario:

GINITEANDO dijo...

descubro melancolias que no lastiman el alma me hacen sonreir y reflexionar, gracias por esa transparencia por donde se escurre la vida.