domingo, 17 de marzo de 2013

INSTANTES FUGACES

 
Soñaba que un día
lloverían pétalos de rosa
entre agua perfumada.
Y me acariciaban la cara.

Soñaba.
Porque eso nunca pasó
y no hace parte de mí.
Soñaba en medio del camino.

Aunque puede que si,
que lo soñado también sea historia
guardada en la memoria,
armario viejo del alma.

Somos lo que hemos sido
y quizá lo que hemos soñado
o lo que hemos esperado
y no se cumplió.

Somos un aquí y ahora
con su pasado cumplido
y sus ocasiones vividas o perdidas.

Soñaba.
Había también un cuervo negro
que picoteaba las rosas
en la selva oscura
donde junto a los ángeles
volaban brujas.

Soñaba y solo soñaba.
O puede que no.
Entiendo que todo es un ir siendo
añadido a un ya ha sido,
vivido o soñado,
un ayer mas un ahora
con añoranza de mariposas
perdidas en el tiempo.

O un escuchar
el canto de las ranas,
melancólicas en su verde charca,
espejo último, ahora y aquí,
de aquellos que se perdieron
pasando por mi camino.

Baila la libélula irisada
su armonioso vals
baila, baila, se refleja y va.
Aquí y ahora todavía está.
Luego mi vista la pierde.

Mañana no es, es un puede ser.
Sí que habrá una rana en la charca,
una libélula irisada,
y una mariposa multicolor
en el mismo lugar quizá.
Para mi es solo cosa incierta
fuera de mi presente existencia.

Yo puedo o no puedo estar.
El mañana es solo un imaginar.