lunes, 28 de noviembre de 2011

IMAGINANDO ANTE LA GRAN VÍA DE ANTONIO LÓPEZ







Recorriendo el laberinto translúcido
llego a los jardines del Retiro
y allí veo los primeros pájaros muertos
aunque luego encontraré muchos más.



La brisa mueve las hojas de los árboles
bajo el cielo pálido de la mañana
y un gran silencio preside el escenario
no animado por el piar de avecillas
como a esa hora suele ser otros días.



Ahí están rígidos, las patas hacia arriba,
como preguntando al cielo un porqué.



Por el suelo, entre hojas secas,vagan
viejos periódicos a su aire ya aludiendo
al devenir de la bomba neutrónica.
¿Y quién lo hubiera creído entonces?



Cosas de profetas de mal augurio,
pero las pesadillas a veces se hacen reales.



Y así he pasado junto a la Puerta de Alcalá,
gris con sus parterres marchitos,
y a una Cibeles triste cariacontecida.
Mi Madrid bullanguero de siempre
sumido en ese hosco silencio,
quién la imaginara una cosa así.



Así pues subo por una calle Alcalá quieta ,
veo la Gran Vía espectral sin ánima viva.
Los huecos de las ventanas
como ojos vacíos interrogantes.



Nadie que habite tras los cristales,
ninguna persona que transite por la calle,
un cielo que parece como pintado
tal es su perfección muda.



De vivo solo queda la luz hermosa
de la mañana en una ciudad muerta.





Contemplando el cuadro “La Gran Vía”
de Antonio López

lunes, 14 de noviembre de 2011

ADIÓS A LA INFANCIA




Me fue difícil responderte, niño mío,
cuando me preguntaste
si los Reyes Magos existían,
y clavaste en mis ojos tu mirada recta
transparente, con revoloteo de pestañas
y en tu voz ansiosa un leve temblor.


Miré hacia la noche azul de enero
pensando que ya no verías más, niño mío,
cabalgar camellos por la vía láctea
ni volverías a pegar la nariz en el cristal
ni a dejar tu zapato del colegio en el afeizar.


Sentía mucha pena al constatar, niño mío,
que con aquella verdad, fugaz instante,
acabaría tu infancia inocente
esa infancia que ya no volverá.


Tu mano apretó con fuerza la estrella
esa estrella misteriosa de tu bolsillo
y mirándome serio me dijiste
“Ésta siempre aquí se quedará.”